martes, 1 de julio de 2014

Observación Plena



El mundo lo construye la mente, no hay otro lugar. La mente se revela como base universal de la experiencia: construye el placer y el sufrimiento, arma el sentido de vida y despliega lo que llamamos muerte.

A la mente se le pueden observar diversos aspectos, por ejemplo la capacidad diferenciadora, es decir, se aferra o rechaza algo externo. Otro es la expresión discursiva constructora de pensamientos, que arma redes y que funciona en relación a un punto de referencia exterior.

La mente despliega, piensa, hace planes, desea y manipula, monta en cólera, crea oleadas de emociones y pensamientos de todo tipo, por los que se deja llevar. En general, la mente fragmenta la vida a través de la experiencia.

La funcionalidad de la mente se ve envuelta por el aspecto psicológico quedando velada por el rápido discurrir de los pensamientos y las emociones. Con estos se construye la ilusión de un ego centralizado que está ubicado espacial y temporalmente en un escenario vivido. Todo ello es alimentado, además, por la idea de que uno es el cuerpo, cooperando con la generación de dicha ilusión. Incluso se llegan a construir pensamientos sobre lo Divino, localizándolo en alguna parte y considerándolo el creador y constructor de este anfiteatro o escenario llamado vida cotidiana.

Si por alguna razón o sin ella, absorto en una observación de plenitud, se deja de perseguir pensamientos que se despliegan de instante en instante, si por algún instante no se omite o rechaza nada, si por un momento no hay clasificación, la mente -que se ha transparentado a través de la observación sin juicio- refleja en forma pura la inteligencia esencial, que es la esencia más íntima, que es siempre y absolutamente inmune al cambio. Lo real detecta el tren de datos que se detiene ante la fuerza del silencio, ya no hay pensamientos, ni sensaciones, y se despliega la flor de la comprensión. Mientras una brisa fresca acaricia la piel, las ideas se muestran y desaparecen, reposando en la tranquilidad, mirando el vacío que hay ante los ojos. Ni material ni sutil, nada que indicar, ni siquiera afirmaciones teóricas, solo observación plena. R.Malak


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