Con la práctica se irán los
apegos inestables que están forrados en papel crepe, quedando exclusivamente los
marcados a fuego, los que limpian, elevan y llenan el interior de ese fuego
consumidor. Al desempolvar las telarañas de la mente para que pueda reflejar lo
esencial, se muestra que la felicidad real es uno mismo, que el mundo no es
real, que es una idealización.
Es conveniente recomendar una
práctica espiritual, especialmente para conocer la mente, el cuerpo y la
emoción. La mente es conocimiento funcional que construye el mundo; la mayoría
confunde a la conciencia con el intelecto o con el proceso racional que elabora
pensamientos coherentes. Por muchos medios se intenta descubrir a la identidad en
la que estamos envueltos, mas el proceso implica retirar el velo de la
confusión en la que estamos sumergidos. El primer paso es saber de esa persona,
de esa identidad variable que es confundida con lo real, con la fuente desde
donde surge todo. Es también conveniente descubrir, a través del comportamiento,
el error de suponerse un producto de la memoria, el resultado que se ha ido
alimentando a través del tiempo, detectando qué es lo que construye el balanceo
entre ser feliz o ser afectado por las circunstancias. Un buen camino es saber
qué sucede con uno en cada instante y cómo respondemos, qué es lo que hace que
el comportamiento sea de una manera o de otra. Esto proporciona atención y
calma; con el cuerpo tranquilo es
posible revisar el reflejo que se produce en el espejo de la mente tranquila.
R.Malak
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