jueves, 31 de julio de 2014

Lo Real

La mente, cegada por las ideas, teje sin fin su hilo de ilusión. La semilla de la vida espiritual crece en silencio y oscuridad. El sol está ahí y nada ocurre, no obstante sigue la esclavitud si tu mirada está turbada.

El esfuerzo es parte del proceso, la ignorancia deviene obstinada y tiende a pervertir el carácter. A su debido tiempo aparece algo o alguien que logra romper el círculo del error. Hasta esa hora señalada, todo progreso contribuye y coopera con el crecimiento de la comprensión. Obedecer a la naturaleza es bueno, termina la noche de la ignorancia que se disuelve a la salida del sol de lo real, nada ha acontecido sin esfuerzo extremo, y la maduración tiene lugar.



Podemos estudiar cuantos libros filosóficos, místicos y espirituales se quieran, asistir a conferencias de renombrados y famosos, o, por otro lado, permanecer en retiros de diversos tipos y practicar distintos modos de meditación, acumulando técnicas y procesos, pero la emancipación solo se da en la unidad de Sí mismo.

En la naturaleza de la mente, nuestro pensamiento es el mundo. Si no nos damos cuenta de ello, más temprano que tarde confirmaremos cómo nos convertimos en lo que pensamos. He ahí el famoso conflicto. En cambio, si has vuelto la mente hacia Sí mismo, “la felicidad” aparece como disfrute. Ocasionalmente se intenta hacer desaparecer la mente, pero en realidad la mente no desaparece. Lo que ocurre es que se disuelve en Sí mismo, como unos granos de sal se disuelven en el mar océano haciéndose uno con él. Las características fundamentales y específicas de la mente se siguen presentando y manifestando, la mente sigue existiendo pero ahora es distinta y se llama conciencia pura. 

Mientras estemos expresados con cuerpo, mente y emoción, como una existencia de conciencia centralizada en este mundo, la mente operativa nos permite resolver los problemas  y nuestras funciones mundanas. No hay felicidad en lo que termina, sólo se halla en lo que no termina. La felicidad completa se obtiene en Sí mismo. Conocer a Sí mismo es disfrutar de la plenitud y la paz. R.Malak


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