“Alejado del tiempo en un cielo silencioso. La gente cotidiana cuida el
valle, mientras la mirada de la noche hace que dormiten las flores,
enrojeciendo las sonrisas. La soledad mágica y antigua me acompaña en este
instante, y los pensamientos, como visitantes, marcan el cielo.
Los ramajes ideológicos, como glaciares, se apartan, porque les he
quitado la atención y me he desapegado de la nube de temores. El presente
activo es plenitud, que, como canto de la mañana, inunda el corazón”. R.Malak
La mente, como expresión de la
conciencia, permanece, aunque sus enfoques pueden manifestarse de distintos
modos. Cuando la mente mira a lo fenoménico, entre lo externo, cuyas
expresiones pueden ser egoicas y mundanas, toma la forma de los objetos con que
se rodea. De igual modo, cuando se vuelve hacia el interior, se funde con la
conciencia de donde procede.
Suponer que cruzamos una etapa
oscura en la humanidad es un error. Lo armónico y lo destructivo de la sociedad
han estado permanentemente a la vista. Por un lado está el cinismo con que se
observan las cosas, y por otro lado están los que muestran un gran esfuerzo por
comunicar y hacer presente lo constructivo de la humanidad.
Generalmente respondemos al
sistema educativo que se nos ha implantado a través de un currículo oculto de
acuerdo a la inclinación del gobierno de turno. La cuestión del costo-beneficio
marca toda actividad, quedando sumergidos los intentos de gobernantes bien
intencionados por cambiar el enfoque y recoger lo constructivo y conveniente
para todos.
La avaricia constante de una
parte de la sociedad impulsa el consumo, sumergiendo a toda mirada distinta que
intente comunicar. Aun así hay miles de miles de jóvenes, y otros no tanto, que
estudian e intentan valientemente construir una profesión que les permita,
además de ganarse el sustento, cambiar a la sociedad imperante. Muchos consideran
que su aspiración de cambio es utópica, pero es una energía que no está
equivocada.
Por otro lado, los medios de
comunicación se mueven en función del éxito de sus programaciones, y no
consiguen mantener los programas llamados educativos o constructivos, sino que
dan preferencia a los temas que son de consumo fácil, por las posiciones que
destacan las formas de globalización.
La seguridad, la tranquilidad,
está dentro de uno mismo, no fuera. Los intentos de buscar afuera solo siembran
inseguridad, como una permanente contradicción. Como óptimo, aparece la
contemplación de nuestra identidad, de las creencias, apegos, hábitos y
costumbres, que identifican cómo fuimos construidos. Esta búsqueda individual
delicada de quién soy, no aparece como un aprendizaje, sino como una vivencia personal
e íntima.
Me parece conveniente buscar
dentro de sí mismos para que los conflictos se identifiquen, y se tenga un
claro vislumbre de la vida plena, que la sentirá quien se conozca a sí mismo,
y, cumpliendo la promesa antigua, tendrá toda la sabiduría del universo.
Aparece como una investigación que despliega lo que eres: aquello que no puedes
escuchar o ver, tu esencia, la conciencia.
La búsqueda de la sabiduría
muestra que somos la conciencia que ha sido testigo del nacimiento en este
intervalo centralizado. Nos hacemos conscientes de esta oscuridad cegadora, o
sea, de esta luz que no refleja nada, solo hay luz, inteligencia consciente,
que se expresa a sí misma a través de las infinitas manifestaciones o imágenes.
La luz de lo esencial es un fuego que todo lo consume. Esta luz da inicio a
todas las expresiones, haciendo desaparecer las sombras, destruyendo las
distorsiones, sin principio ni final. R.Malak
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