Las personas, por lo general, se encuentran apegadas a sus
maneras psicológicas, a su cuerpo físico, a la estructura ambiental, social o
cultural. Esta tendencia los lleva a estar constantemente preparados para
proteger y acorazar la identidad. Es obvio que ello ocurra de esta manera, se
entiende por las condiciones que impone la sociedad, e incluso por la búsqueda
constante de gratificaciones, las cuales nos impulsan a alejarnos del dolor, ya
sea real o inventado, y con ello intentar dejar lejos la infelicidad.
Para muchos el mundo es lógico, racional y dual. El proceso
racional ordena y muestra cómo se percibe la existencia, vuelta siempre hacia
la búsqueda de la compensación del costo-beneficio. Para otros el mundo es solo
emocional y de colores, sonidos y belleza artística. Y para los más, centran su
vivir en las acciones y el movimiento hacia los logros y la competitividad;
para ellos los proyectos por hacer son fuertes, poderosos y atractivos. Todo es
una cuestión de enfoque, la mente puede estar enfocada en la carencia o
enfocada en servir de canal. La mente de la mayoría de las personas está vuelta
hacia afuera, hacia lo exterior; la mente del realizado está vuelta hacia la realidad,
es como la luz del día: cuando el sol brilla, la luz de la vela apenas se ve. La
persona cotidiana no es consciente de su interior, es consciente de sus
sensaciones, sentimientos y pensamientos.
La realización del Sí mismo es como un agujero en el papel,
está en el papel y sin embargo no es papel; es un estado en la conciencia y sin
embargo está más allá de la conciencia; es la abertura en la mente a través de
la cual se inunda de la luz de la comprensión que siempre ha estado disponible.
Ver la vida con ojos nuevos solo puede ser posible si la mente regresa a la
conciencia, la fuente de la cual procede. Para ello tiene que provocar, dicho
de una manera entendible, una introspección intuitiva, en contraste con la
forma racional, lógica e intelectual. Esta comprensión se presenta como un
resplandor, y significa apreciar la vida desde lo esencial, la que antiguamente
se percibía dentro de la confusión de la mente dualista.
Aparece la alegría, que es una expresión de la no obstrucción,
aparece como la dicha que emana desde Si mismo, aunque aparezca estar centrada
en torno a algo específico. Realmente es permanente y discurre a través de todo, se expresa como
la aspiración en forma de dicha. Este deleite aparece como gloria expresándose
en una vida de paz que llena el corazón.
Con esto que digo podría dar la impresión de que se requiere
una disciplina para ver lo real, para ver lo esencial de las cosas. La mayoría
podría pensar que la manera lógica - de acuerdo a la opción fenoménica, o sea,
por comparación - es una manera equivocada de ver. No es así, lo que estoy
mencionando es que hay un modo más real, más auténtico, más integral, más
natural, y ello ocurre, o comienza a presentarse, cuando se plantea la opción
de dejar de lado el modo acostumbrado dualista. Si eres coherente solamente con
tu emanación, sabrás del amor y la felicidad, será tu único nombre, adentro,
afuera, abajo y arriba; en todo. R.Malak.
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