El mundo objetivo no
es la naturaleza real, la conciencia centralizada solo ilumina lo que percibe,
no puede decirse que sea algo existente ya que son apariencias fenoménicas de
la infinita conciencia. Algunos curanderos, mediante esfuerzos y sacrificios
inmensos, adquieren algunos poderes que podrían ser llamados milagrosos y
quizás podrían hacer mucho bien en cuanto a ayudar a las gentes y a inspirar
fe, sin embargo esto no los convierte en perfectos, esta vía no es a la
realidad sino un enriquecimiento de lo falso, de lo equivocado y conduce a la
confusión.
La conciencia
infinita no se termina, la construcción de lo objetivo tampoco termina, solo es
inestable, no permanece y es la fuente del sufrimiento que aparece cuando la
realidad de la conciencia no se comprende. La confusión se presenta al mostrar
la conciencia dos aspectos en forma permanente: creación y destrucción, hay que
entender esta cuestión y allí sobreviene la comprensión.
Todos los esfuerzos
conducen a más esfuerzo; todo lo que se construye debe ser mantenido, todo lo
que se consigue debe ser protegido contra la pérdida. El conocimiento no es
suficiente; el conocedor debe ser conocido, cuando no se conoce de sí mismo no
puede haber integridad.
Sí mismo como
conciencia pura es tanto el contenido como el contenedor, la montaña como el
valle, el ropaje como el modelo, el árbol y la hierba, la pradera, el bosque,
lo animado y lo inanimado, es todo, absolutamente todo. Sí mismo es lo que es y
lo que no es, es existencia y destrucción. Nada hay que no sea conciencia.
La búsqueda del
reconocimiento al valor y la verdad de los descubrimientos, puede desembocar en
una batalla en contra de la intolerancia científica e ideológica. En más de una
oportunidad el que la promovía se exponía a ser llevado a la hoguera.
Científicamente no hay una norma de conducta que tenga validez absoluta. La
justicia absoluta configura una perfección suprema y no es cercana a lo humano.
La diversidad de intereses humanos tarde o temprano provoca conflictos de
intereses, para lo cual se plantean dos soluciones posibles: satisfacer a uno a
costa del otro, o el equilibrio entre ambos. Si se entiende el valor supremo por
la paz social, el equilibrio podría ser la solución justa.
Por otro lado hay
doctrinas que mencionan que los méritos y deméritos son iguales, como moneda de
cambio, si los méritos sobrepasan a los deméritos, las personas irían al cielo
y después renacen aquí. Y si sucede lo contrario, van al infierno o un destino
similar para después renacer aquí. Así, hay muchas doctrinas confusas o
intencionadamente enredadas para entender lo que es simple y natural. Si tengo
la sensación de estar haciendo debo experimentar el resultado de mis actos,
bien sean buenos o malos, constructivos o destructivos. A mi entender uno no
puede borrar un acto con otro, cuando el
sentimiento de estar haciendo las cosas se pierde ya no existe la necesidad del
mérito o del demérito. Para el que se mueve desde sí mismo el Karma, el destino,
o como quiera que se llame, pierde totalmente el sentido.
La armonía externa
viene de la armonía interna. Si la mente está clarificada la iluminación viene
de su interior, automáticamente su expresión ocurrirá en la vida cotidiana como
compasión y paz. Primero viene la
comprensión interna; luego viene la manifestación de esa comprensión interna en
la vida externa.
La creación y la destrucción
sólo son dos aspectos de la manifestación de la conciencia que es al mismo
tiempo el provocador y el receptor de todo lo que ocurre en cualquier momento.
Por tanto, nadie hace ni experimenta nada pues desde si mismo eres el único receptáculo y contenido de lo que
bebes en cada instante. R.Malak
No hay comentarios:
Publicar un comentario