No voy a decir que la realización
de sí mismo esté precedida de un proceso de larga maduración, ni tampoco que sea
automático. Lo que si diré es que no es un proceso que esté relacionado con la
causa y el efecto. Diré que, como no es un proceso, se precisa abandonar
toda pretensión de logro. La realización
de sí mismo ocurre cuando se abandona la dualidad psicológica entre lo que se
cree ser y lo que se quiere llegar a ser, mostrándose el amor. El amor es la
expresión que elimina todo lo contrario a sí mismo. Una acción realizada con
corazón dispuesto, apropiado, puede eliminar todos los deméritos adquiridos
anteriormente, y la ley de la bondad divina se presenta para equilibrar lo que
no se ha ajustado.
Quien practica disciplinas
espirituales debe tener presente que ellas no pueden ser forzadas, ellas deben
desplegarse en forma natural, inherente a la personalidad del ejecutante. Ya
sea que las practique todos los días o a todas las horas, es conveniente ejecutarlas
como si fuera lo más natural del mundo, realizado por amor, en amor y a través
del amor. Por tanto, en vez de intentar buscar el saber académico, es
preferible intentar conocer la realidad de sí mismo por medio de una práctica
coherente.
La dificultad de comprender la
realidad, que debería ser fácil, es que a veces se convierte en una cuestión
muy difícil, y la causa básica es que nos hemos vuelto extraños a nosotros
mismos. El motivo principal es que usamos el intelecto y la lógica del
pensamiento discursivo en vez de una percepción integral de sí mismo. La razón puede
explicar lo finito con certeza pero le es imposible explicar lo Absoluto.
La mayoría de los que siguen una
vía tienen la esperanza de que algo los despertará, que algo los sacará del
sufrimiento. El error fundamental es suponer que estamos separados de lo
Divino. Un apuntador puede enseñar lo que es enseñable, en cambio la Verdad no
se enseña, porque lo absoluto es no-dual, no acepta ser descrito y transformado
en un objeto de investigación. Tarde o temprano nos damos cuenta de que nada de
lo que provenga del exterior podrá dar esa plenitud de ser que es la vivencia
no-dual, donde no estorban las distinciones entre sujeto - objeto y solo
sobreviene la unidad pura y sin atributos. Es ahí donde yacen los tesoros de lo
esencial indescriptible y la verdadera felicidad.
Para conocer esta verdad no hay
una senda más corta que otra, todo depende de las personas, ellas varían en sus
caracteres y personalidades, además, en el grado de madurez que tengan, por
tanto, tampoco es posible encontrar una senda única que impulse a realizar a
todo el mundo. Aquí no puedo dejar de mencionar el privilegio que es contar con
un buen apuntador, quien, como una señal en el camino, indica una ruta
probable.
Puedo añadir que también se
muestra una gran dificultad para la realización que menciono en el hecho de que
el modo de vivir de la mayoría de las personas, está, por diversas
circunstancias, vuelto hacia lo cotidiano. Además hay que considerar que las
estructuras y funciones del cuerpo han mecanizado el aspecto manifiesto de la
conciencia, y por ello la conciencia se mantiene centralizada, de preferencia,
en lo fenoménico. En mi caso, al igual que la mayoría de los apuntadores no
duales, recomiendo anclarse en la certeza de que no somos el cuerpo, e indagar
quién soy yo.
Una vez que tengas esa certeza,
esta hará que puedas trascender los pares opuestos, a la vez que los sostienes
sin rechazarlos, más allá de toda duda. Aparecerá ante nosotros un movimiento
natural, no forzado, que se refiere a observar las cosas tal cual son. No se
trata de certificar estados especiales de conciencia sino de comprender a la
mente como una función de la conciencia. R.Malak
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