lunes, 25 de noviembre de 2013

Sueños Propios



El mundo es y yo soy el mundo, formo el mundo al igual que cada persona sueña su propio sueño. Únicamente al despertar surge la cuestión de muchos sueños diferentes. Vuelta la mirada hacia afuera, hacia lo fenoménico demandante, quedamos atrapados en el sueño de la identidad. Ella está construida por la mente no observada, las emociones no observadas y las acciones no observadas, todo lo cual constituye el automatismo llamado Ego. Se reconoce como el falso yo, el falso Ser, son las típicas máscaras, se describe como “la separación” y ocasionalmente aparece como el enemigo oculto.

En cambio, cuando miramos hacia adentro salimos del sueño egoico. La mente se libera del juego de los pensamientos circulares y a eso se le llama estar despierto. Es la conciencia que parece estar más allá del sujeto y del objeto y cuando ello se hace evidente, o sea, cuando logramos llegar a ser conscientes de nuestra prisión individual, es cuando tenemos la capacidad de trascenderla. En cambio cuando no hacemos esta distinción, como presenciador quedamos ocultos bajo la obstrucción de las aparentes percepciones demandantes.

El que permanece en el estado de plenitud vive una vida sin presiones, ausente de angustias haga lo que haga y sin límites de tiempo, es uno que está en ese estado permanente. Podría decirse que su modo de conciencia es la meditación y se puede llegar a notar como distinto del sujeto y el objeto. En cambio, el ego como autoestima cree ser más importante que el colectivo,  elevando una barrera compuesta con la vanagloria y la vanidad, satisfecho con cómo es, cómo piensa, con lo que puede hacer, con lo que sabe, con las posesiones que tiene y con el conocimiento que despliega. Ahora, su contrario es la autoestima baja, que tiene la misma connotación limitadora que la autoestima alta.


El que se ha establecido con comprensión en el sueño ilusorio mira la vida como una comedia o danza, libre del temor y de la ilusión de los ropajes, se ha establecido en lo permanente y no puede volver a caer en el error. Más tarde, si abandona incluso este estado, se sumerge en un estado indescriptible. La atención correcta y precisa, desligada de los objetos, entiende la naturaleza del sujeto como expresión de la misma conciencia, como uno que ya está de paseo por el sueño fenoménico, invisible a las urgencias demandantes. Los sueños se disuelven cuando se ven todos como algo imaginado, incluso se ve que los sueños tienen fundamento en la memoria, en el recuerdo de lo falso que forma lo falso.  R.Malak

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