Así como un rayo de luz no se ve
- a no ser que lo intercepten motas de polvo - lo real hace todo conocido,
permaneciendo ello mismo no conocido. Lo indescriptible se muestra fácil de
alcanzar, pues somos el verdadero ser de uno. Si uno deja de pensar y de
desear, allí se está. Los deseos, santos y no santos, vienen de uno mismo,
dependen de la sensación de ser. Usted es esa Esencia pura e inmutable.
El camino verdadero es el del
amor, y el otro es el camino del intelecto. Amor es transformarse en la otra
persona, o, dicho de otro modo, no distinguir diferencias entre ambos. O sea,
no hay un tú ni un yo, solo la existencia. ¿Qué tan importantes son las
palabras como lenguaje? Las palabras apuntan al intelecto, sin embargo en el
amor no hay palabras. En todo caso, el amor verdadero no frustra el deseo de
expresión. Sin amor todo es contaminado, incluso la vida misma, que se muestra
como un espejismo, un vacío, un hastío.
Hay dos maneras de relacionarse
con las personas; la primera es la que todos usan, a través del ego. Este modo
no es lo más adecuado, dado que hiere. La otra es el tratamiento sin ego; este
modo se presenta cooperativo y
beneficioso para todos.
Una persona común dice: "Yo
soy yo y Ud. es Ud.", y cree que esto es verdad. Un individuo común se
identifica con sus pensamientos y su cuerpo. Los que miran distinto no están
apegados a sus cuerpos y sus pensamientos, aunque todavía los emplean para
distintos fines; si no hicieran uso de sus cuerpos y mentes, ellos no serían
capaces de enseñar la senda.
Hay cosas que no podemos evitar
en cada minuto de existencia en este plano: esto es pensar, sentir y hacer, es
el permanente movimiento de la vida. A ello le sumamos que el cuerpo, la mente
y el corazón, están sumidos y compuestos de impulsos profundamente arraigados
en estructuras conscientes e inconscientes. Conocer eso es el trabajo del
personaje implantado como la individualidad.
Todo proviene de nuestra mente;
estamos tan preocupados por los objetos externos, que nunca miramos hacia
dentro, ni nos cuestionamos qué es lo que los hace tan interesantes. No
obstante, la mente es parte inseparable de nosotros. En tanto existamos,
nuestra mente permanece ahí, en nosotros. Así vamos siempre subiendo y bajando.
No es nuestro cuerpo el que sube y baja, es nuestra mente, la mente cuyo
funcionamiento no entendemos.
Soy el que usa la mente, soy la
esencia omnipenetrante; no tengo forma,
estoy más allá de la división entre sujeto y objeto. No soy un objeto para mí
mismo. R.Malak