miércoles, 23 de abril de 2014

Ante el mundo demandante


Lo real es nuestra Esencia, la realidad no aparece ni desaparece. La mirada se obnubila cuando se efectúa a través de nuestros pensamientos y a través del constructo formado por nuestro ego. El pensamiento inventa realidades parciales y fragmentarias que están ajenas a lo que se ve.

Al mirar un árbol, una flor, una planta, esta mirada puede ser confusa o clara. Si es clara podemos detectar la conciencia esencial que descansa en ellos, que se asoma en quietud; la mirada a la naturaleza sin obstrucciones enseña la quietud. El árbol y las plantas en general transmiten su quietud; hay quietud y conexión a un nivel profundo, podemos sentirnos unidos a cualquier cosa que percibamos en y a través de esta quietud. Sentir la unidad en uno mismo con todas las cosas es verdadero amor. El silencio es co-ayudante, pero no es necesario para hallar la quietud. Aunque haya ruido, podemos sintonizarnos a la quietud subyacente; el espacio en el que surgen el ruido y el silencio es pura conciencia.

La observación sin juicio persiste a través de los estados de vigilia, de sueño y de sueño profundo. Como testigos estamos completamente presentes en cualquier estado de la mente, incluyendo el estado de sueño profundo en el que no está presente la mente acumulativa.

No es mi intención inducirlos a estado diferentes, ni alterados, no es nuestro modo. Tampoco pretendo apuntar a estados no normales, sino que, por el contrario, voy a indicar lo que ya está sucediendo, de manera natural, en el estado mental en el que se encuentran ahora mismo.

Hay que darse cuenta de que la conciencia es el trasfondo de las percepciones sensoriales, de la actividad mental; siendo consciente de la conciencia surge la quietud interna. Los ruidos molestos puede ser tan útiles como el silencio, solo hay que abandonar la resistencia al ruido y dejar que sea tal como es; esa aceptación muestra el espacio de paz íntimo que es quietud. Observemos y reconozcamos la función de la mente y encontraremos que los pensamientos y sentimientos, las palabras y acciones, se alinearán por sí solos en la dirección de la voluntad, comenzando desde donde uno es, aquí y ahora. No podemos salir de aquí y ahora, por tanto la invitación es a ser consciente de uno mismo aquí y ahora.

Intenta estar abierto sin límites, no pongas resistencia ante lo que esté aconteciendo, a pesar de que sientas que hay un bombardeo viniendo de todas partes, requiriendo el concurso de la atención. El mundo pide, exige, más aún, el mundo requiere que te involucres en los movimientos cotidianos. Y ante esta situación es probable que te sientas impulsado a rechazar cualquier atracción hacia el mundo. El ego se fortalece tanto con la crítica como con el impulso a proteger la independencia, diciendo: sé natural, sé auto-valente, sé reactivo; y también aparece la alternativa de rechazar: no hagas eso, no intentes dejarte llevar. Incluso, la resistencia es más de lo mismo, solo un reflejo, un espejo del comportamiento, de lo que está sucediendo. Protegerse es más de lo mismo. Podemos preguntarnos: ¿realmente tenemos la capacidad de percibir esos estados de la mente que impiden ver los requerimientos esenciales de la conciencia?


En el pensamiento estamos inquietos, angustiados, hasta que al situarnos en el Si mismo que observa, imperceptiblemente, toda la realidad se transforma, aparece la serenidad, la comprensión, el equilibrio. Si alguien busca la paz, su expresión ya es expresión del amor en situaciones exteriores y al hacer que su observación sea desde Si mismo y no a través de la mente - que funciona a niveles subconscientes porque ha cristalizado los comportamientos - se empieza a expandir un sentimiento de unidad. No es que se esté sin pensamiento, solo que el pensamiento se mueve tan lentamente que la esencia del Ser lo trasciende en el instante, sin que se lo proponga. La observación sin juicio es la expresión de la conciencia sin el velo de la mente, y la funcionalidad de la mente es la que está diseñada para elaborar juicios. R.Malak

lunes, 14 de abril de 2014

¿Quien?


¿Quién observa la mente en el mar de conciencia? Cuando sopla el viento, suavemente con gran ingenuidad, muchos buscan afuera  para salir de la rutina, ya sea por impulso o por escapar de la prisión de la identidad. 
El juicio atrapado en los condicionamientos, como un almacén, se está rellenando constantemente con deseos y temores nuevos, ¿acaso puede dejar de acumular? Si comprendemos la causa raíz de los temores el karma se disolverá como un sueño. Todos los sufrimientos los construye la persona y está dentro del poder de la persona ponerles fin.
Lo Esencial ayuda poniendo a la persona frente a los resultados de sus acciones provocando que el equilibrio sea restaurado, es la mano curativa. Si la experiencia es pura no hay responsabilidad, si es pura no construye lazos; la experiencia atrapada por el deseo y el temor construye redes dando forma a las circunstancias. Todo nace y todo muere en el anfiteatro de la consciencia. Cuando nos consideramos atrapados por la ley de causalidad significa que sentimos que a cada causa le sobreviene un efecto, y que por cada pena o dolor aparece el sufrimiento que compensa como fruto de la lección. 
Lo cierto es que cada cosa tiene innumerables causas y es por eso que el mundo es como es. Toda causa tiene sus ramificaciones que cubren el mundo. Un almacén de energías no gastadas, de deseos no cumplidos y de temores no comprendidos. La mente se muestra como olas en el océano infinito de la Conciencia y no tiene sentido intentar deshacerse de la mente, ella se disuelve cuando observas desde donde nace. R.Malak