Lo real es nuestra Esencia, la
realidad no aparece ni desaparece. La mirada se obnubila cuando se efectúa a
través de nuestros pensamientos y a través del constructo formado por nuestro
ego. El pensamiento inventa realidades parciales y fragmentarias que están
ajenas a lo que se ve.
Al mirar un árbol, una flor, una
planta, esta mirada puede ser confusa o clara. Si es clara podemos
detectar la conciencia esencial que descansa en ellos, que se asoma en quietud;
la mirada a la naturaleza sin obstrucciones enseña la quietud. El árbol y las
plantas en general transmiten su quietud; hay quietud y conexión a un
nivel profundo, podemos sentirnos unidos a cualquier cosa que percibamos en y a
través de esta quietud. Sentir la unidad en uno mismo con todas las cosas
es verdadero amor. El silencio es co-ayudante, pero no es necesario para hallar
la quietud. Aunque haya ruido, podemos sintonizarnos a la quietud subyacente;
el espacio en el que surgen el ruido y el silencio es pura conciencia.
La observación sin juicio persiste a
través de los estados de vigilia, de sueño y de sueño profundo. Como testigos
estamos completamente presentes en cualquier estado de la mente, incluyendo el
estado de sueño profundo en el que no está presente la mente acumulativa.
No es mi intención inducirlos a estado
diferentes, ni alterados, no es nuestro modo. Tampoco pretendo apuntar a
estados no normales, sino que, por el contrario, voy a indicar lo que ya está
sucediendo, de manera natural, en el estado mental en el que se encuentran
ahora mismo.
Hay que darse cuenta de que la
conciencia es el trasfondo de las percepciones sensoriales, de la actividad
mental; siendo consciente de la conciencia surge la quietud interna. Los ruidos
molestos puede ser tan útiles como el silencio, solo hay que abandonar la resistencia
al ruido y dejar que sea tal como es; esa aceptación muestra el espacio de paz
íntimo que es quietud. Observemos y reconozcamos la función de la mente y
encontraremos que los pensamientos y sentimientos, las palabras y acciones, se
alinearán por sí solos en la dirección de la voluntad, comenzando desde donde
uno es, aquí y ahora. No podemos salir de aquí y ahora, por tanto la invitación
es a ser consciente de uno mismo aquí y ahora.
Intenta estar abierto sin límites, no
pongas resistencia ante lo que esté aconteciendo, a pesar de que sientas
que hay un bombardeo viniendo de todas partes, requiriendo el concurso de la
atención. El mundo pide, exige, más aún, el mundo requiere que te involucres en
los movimientos cotidianos. Y ante esta situación es probable que te sientas
impulsado a rechazar cualquier atracción hacia el mundo. El ego se fortalece tanto
con la crítica como con el impulso a proteger la independencia, diciendo: sé
natural, sé auto-valente, sé reactivo; y también aparece la alternativa de
rechazar: no hagas eso, no intentes dejarte llevar. Incluso, la resistencia es
más de lo mismo, solo un reflejo, un espejo del comportamiento, de lo que está
sucediendo. Protegerse es más de lo mismo. Podemos preguntarnos: ¿realmente
tenemos la capacidad de percibir esos estados de la mente que impiden ver los
requerimientos esenciales de la conciencia?
En el pensamiento estamos inquietos,
angustiados, hasta que al situarnos en el Si mismo que observa,
imperceptiblemente, toda la realidad se transforma, aparece la serenidad, la
comprensión, el equilibrio. Si alguien busca la paz, su expresión ya es expresión
del amor en situaciones exteriores y al hacer que su observación sea desde Si
mismo y no a través de la mente - que funciona a niveles subconscientes porque
ha cristalizado los comportamientos - se empieza a expandir un sentimiento de
unidad. No es que se esté sin pensamiento, solo que el pensamiento se mueve tan
lentamente que la esencia del Ser lo trasciende en el instante, sin que se lo
proponga. La observación sin juicio es la expresión de la conciencia sin el
velo de la mente, y la funcionalidad de la mente es la que está diseñada para
elaborar juicios. R.Malak