“Nacen advertencias en el corazón.
El cielo dividiré por la mitad y recogeré las nubes oscuras. Allí enviaré
bálsamo de avena como mensajes de dulzura. ¡Observaré cómo el mundo se
despliega!
Es una delicia. Navegaré por los
instantes, sigiloso, con la promesa de esmeralda que repica en mi interior.
Ahora nada señalo, solo veo el aire libre que se mueve a través de las hojas,
mostrando con suavidad lo indescriptible. Amanezco allí donde respiran las
hojas, y construiré armaduras de luz destruyendo el olvido” . R.Malak
La red de la vida muestra interdependencias
complejas entre los individuos. Estas dependencias a veces son duraderas y
vinculantes, otras veces son fugaces y, por ello, relativamente independientes
dentro de la cadena de eventos. La incertidumbre y la indeterminación abundan
en la época que nos ha tocado vivir, formando parte de la manera como, por lo
general, se asume el quehacer. Es bueno aprender a fluir sobre las olas
provocadas por los movimientos siempre cambiantes del río de la vida.
Nuestro mundo está estructurado por
la mente, la que, debido a su propia naturaleza, construye formas con los
pensamientos. Por eso, bien podemos decir que la identidad está armada por lo
que se piensa. El modo de salir de allí, para disfrutar una vida sin anteojeras,
es la observación sin juicio. Obviamente, puedes seguir viendo la vida como
siempre, pero debes saber que te estás engañando al no detectar que
dentro de la mente hay un juego de herramientas que construyen procesos que forman
"el ego", nombre dado a la tendencia de autosepararse de sí mismo.
Algunos plantean: "estoy
convencido de algo, por tanto debe ser verdadero". Sin embargo, es obvio
que ninguna filosofía o religión, por muy completa que sea, por muy libre de
contradicciones internas que sea, y por muy emocionalmente atractiva que sea, aporta
pruebas absolutas de la verdad que promulga. De pronto son solo trajes que se
ponen las personas y que varían con los tiempos y las circunstancias, las
cuales siguen la moda del pensamiento, del gurú, de la doctrina o de la
corriente religiosa que estén vigentes.
La causa principal de la ilusión
son ciertos deseos presentes en nosotros. Los deseos generan olas de
pensamientos, y muchos de estos velan la verdadera naturaleza interior. En sí,
los deseos no son equivocados, ellos apuntan a cumplir los requerimientos de la
fuerza de la vida. Los que ocultan nuestra naturaleza auténtica, que es
dichosa, inmortal y eterna, son los deseos inapropiadamente egoicos, dado que
nublan el conocimiento de la realidad absoluta que está presente en todos. Por
ejemplo, los deseos de autodefinirse, destacar y separarse. Con el pensamiento
se arma un lenguaje basado en conceptos de separación y clasificación. Así
aparece la palabra "persona", para designar el vestido temporal con
que sí mismo se ha cubierto, dando validez a la idea de ser un ente con
capacidad de razonar y que posee conciencia de sí mismo, con una identidad única,
y a quien legalmente le corresponde tener derechos y cumplir con obligaciones.
La comprensión de la realidad no es
una acción en sí, ni una sumatoria de ellas, solo se alcanza con
autoconocimiento. El conocimiento de sí mismo es inmediato y directo, es la
experiencia intuitiva, es la unidad de la existencia. Evidencia la realidad, y
tomar conciencia de esta evidencia es la realización. Con esto se botan las
obstrucciones que delimitan la concepción de la existencia separada. El que
comprende la unidad de la conciencia que todo lo impregna, se asoma, pleno, a la
liberación del estado de ilusión que estaba presente, y a la comprensión de la
libertad que de hecho existe, deshaciéndose de la noción errónea de la
esclavitud. R.Malak
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