viernes, 7 de marzo de 2014

7 de Marzo 2014 - La noche oscura (II)


El re-conocimiento de lo real se presenta como un desafío, para que acontezca se precisa que la persona use la introspección y reevalúe sus ideales y metas. Esta exigencia hace que la persona abandone sus intereses superficiales y decida sobre la manera en que debe utilizar su vida. Esto no significa que tenga que abandonar su trabajo o forma de vida, sino que debe reestructurar la proyección de su vida futura. Tarde o temprano, entonces, viene la condición en que todo se clarifica.  De pronto parece que hay un cambio y la persona siente un gran entusiasmo. Aparecen ideas estimulantes y constructivas y se siente la capacidad de convertirlas en beneficios para la vida. 

Se trata de llegar a conocer mejor el cuerpo y la mente, comprendiendo que es el espacio donde aparecen los miedos, las tensiones, la autoprotección y la violencia. Eso sí, no se trata precisamente de dar más valor al cuerpo, sino de notar la plataforma de las tensiones y ver que la imagen del yo no está separada de esa plataforma, sino que más bien pertenece a ella. Se puede decir mucho acerca de las enseñanzas para el desenvolvimiento de lo personal, pero lo más importante es mencionar que no hay nada, absolutamente nada, que desarrollar; el sí mismo está ahí. 
                                                                                                                                                
Cuando la mente está en calma llegamos a conocernos a nosotros mismos como el presenciador, dejamos atrás a la experiencia y al experimentador, permaneciendo en la observación sin juicio. La personalidad individual, eso que imaginamos ser, se diluye. Se dice que acabar con el sentido del ego es la verdadera liberación. Aún bajo incesantes pensamientos surge el reconocimiento de la conciencia, como la base permanente en la que se aprehende el silencio profundo y el surgimiento natural de todas las cosas, en el fondo del corazón de si mismo. Si se lo nota y se permanece tranquilo, disolverá por completo el sentido de ser separado. 

Al notar esto claramente, la tensión deja de tener agarre, se libera la comprensión y las percepciones y las energías se muestran en la totalidad. Lo que se plantea en el enfoque tradicional consiste en escuchar el cuerpo; no se trata de manipularlo. Pretender dominar al cuerpo es un acto de agresión hacia él. Todo se le hace fácil al que ama. Si se hace una observación con discernimiento cuando sobrevienen los conflictos reiterativos, en lugar de plantearse una lucha contra sus frustraciones, toda la situación cambiará para mejor. En dado caso la persona estará en mayor disposición para reorientar los acontecimientos que asuma como dignos. 

A veces los conflictos aparecen para que nos preguntemos qué contribución podemos aportar, cuáles son las cosas en las que estamos cometiendo errores, en qué estamos fallando para que la vida se nos presente de este modo, cuáles son nuestros aspectos fuertes y débiles.

En cada situación que se experimenta hay diferencias en las condiciones psíco-físicas de los perceptores y en las múltiples condiciones de las cosas percibidas. Se produce la imagen mental tanto del perceptor como de lo percibido. La conciencia que percibe es real, pero tanto el sujeto que percibe como lo percibido son creaciones mentales. Por ello parece haber una contradicción entre lo que es real y el mundo exterior imaginado, un mundo que se aprecia bajo la falsedad de haber creadores separados e independientes.

De ese modo, la mente es la parte absolutamente fundamental de nosotros, gracias a ella percibimos que existimos y asumimos nuestra existencia en el tiempo y el espacio, interpretando lo que somos nosotros mismos.  Es la generadora de nuestro yo.  La mente con sus procesos surge después del primer pensamiento "yo", aparece como función de la conciencia; si uno se mantiene en el origen, uno nota plenamente la felicidad.  Mantenerse ahí, en el origen, en observación sin juicio, continúa haciéndose más y más fuerte hasta que todas las ilusiones y apegos que nos confunden quedan consumidos, y la individualidad se comprende, alcanzando su desapego gracias a la realización directa. Examinar y conocer la naturaleza de la mente es el asunto que más nos debe importar. Solemos dedicar atención a búsquedas infructuosas que ocupan el tiempo. ¿Por qué no ir al origen de las cuestiones e indagar sobre la naturaleza misma de esta definición? 

Dejando de lado la confusión que nos hace creer lo que es falso, se produce la liberación y otorga energía. Deja abierto el camino a la expresión de lo coherente. La mente queda atrapada constantemente funcionando a través de la lógica, presa en la dinámica binaria de los pares de opuestos. En cambio una mente traslúcida permite vivir el instante sin divagar, sin el engaño de la ensoñación. Permite la receptividad y la observación y capta el objeto percibido sin las distorsiones que otros pensamientos o emociones suelen generar.

Las etapas de conflictos se producen en la vida de toda persona, con independencia de si la persona sabe algo de lo esencial o no. Lo más probable es que muchos hayan encontrado  personas que han pasado por períodos conflictivos. Ahí se ve que las situaciones para tales personas parecen convertirse en constantes fracasos, a pesar de cualquier esfuerzo que ellas lleven a cabo. 

Si la persona sucumbe a estas situaciones conflictivas, no conocerá el júbilo de estar en armonía en la vida. En adelante su existencia aparecerá sombría y no experimentará paz interior. No se trata de algún tipo de castigo impuesto a la persona, quiero decir que no es una condición causativa. Se trata de una especie de adaptación que la persona debe ver para comprender de sí mismo como conciencia.  Los psicólogos, por ejemplo, dirán que se trata de un estado emocional, una depresión de carácter temporal, un estado de ánimo que inhibe el pensamiento y la acción de la persona, lo que explica los fracasos y frustraciones. Ellos buscarán encontrar algún pensamiento, alguna represión inconsciente, para explicar tal estado.  R.Malak

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