El que camina en la senda puede reír y llorar y eso no
significa que no esté libre del deseo y del temor; puede reír y llorar de
acuerdo con las circunstancias pero interiormente está lúcido, observando desapegadamente
las propias reacciones espontáneas; no se llena de desasosiego, hace lo
necesario, no se inquieta por el futuro y hay una respuesta adecuada a cada
situación; actúa y sigue adelante, no se preocupa de los resultados, ni si son
buenos o malos. Las cosas acontecen como acontecen, cuando la mente está
agitada las cosas danzan, lo mismo que las agitadas aguas del lago hacen que
dance la luna. Para el que se ha establecido en sí mismo todo es apariencia y
en ningún caso tiene el corazón seco.
El yo separado se mantiene pensamiento tras pensamiento, no
sabe que se desvanece y necesita reafirmarse constantemente. Su alimento es el
pensamiento, es la sustancia que lo mantiene activo. Enfocarse en algo es
fortalecerlo. Lo único que hay que hacer es centrarse en nuestra presencia
esencial, ignorar lo demás, que no interese. El que cree que le interesa precisa
saber que es un pensamiento más. Pronto sabremos que el pensamiento que dice
ser tú no es un yo separado, no es lo real.
Lo esencial nos enseña a servir; a través del trabajo podemos
mantenernos y mantener a nuestros seres queridos, incluyendo el cuerpo en buena
forma y la mente ágil y dinámica. Veo el trabajo como una bendición, las
obras son de servicio y amor.
Hay un término muy utilizado por los místicos de este lado
del mundo para denotar cierto estado emocional y psicológico, así como para
indicar un período de prueba por el que todo mortal pasa alguna vez en su vida;
es algo así como la noche negra, que se caracteriza por que la persona
experimenta muchas frustraciones. Cualquier cosa que se propone hacer parece
cargada de incertidumbre y obstáculos. No importa cuánto intente o cuánto
conocimiento aplique, se siente atrapado. Cuando parecen materializarse las
oportunidades parecen escapar de sus manos. Cosas con las que contaba no se
realizan. Sus planes se tornan estáticos y no se concretan. Ninguna circunstancia le ofrece solución o aliento en cuanto
a su futuro. Este período está repleto de conflictos, desánimo y depresión.
Durante este período la persona se siente fuertemente tentada a abandonar sus
más preciados ideales y esperanzas, tornándose extremadamente pesimista. El mayor peligro, sin embargo, es su
tendencia a abandonar todas aquellas cosas a las que atribuía gran valor e
importancia en la vida. Puede encontrar
inútil continuar sus estudios en la senda, sus actividades culturales o
espirituales. Si sucumbe a tales tentaciones estará realmente perdido.
Según la
tradición mística este es el período en el que la fibra de su personalidad es
probada. Sus verdaderas convicciones, su fuerza de voluntad y su merecimiento
para una mayor comprensión pareciera que se someten a prueba por la conciencia.
Es aquí que tenemos que clarificar qué es la conciencia, la gente confunde conciencia con inteligencia o con el
intelecto y a la persona muy inteligente o muy intelectual le dan el calificativo
de muy consciente. La Conciencia en la persona a veces es descrita como una
especie muy particular de aprehensión, de conocimiento interior totalmente
independiente de toda actividad mental. Generalmente cuando hablo de Conciencia
apunto a un estado de realización o expresión de Ser o el movimiento del Ser
como continente con sus respectivos contenidos. R.Malak
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