Con naturalidad las personas se abisman del morir o de ver
morir, pero es raro el que se abisma del nacer, lo que merecería más su sorpresa
puesto que ello lleva a quedar sumergidos en la ilusión del vivir, sumergidos
en una comprensión inestable, cosa que no tarda en darse al ser programados y
reprogramados por ideas y estructuras condicionantes.
Las razones que se tengan para que cada cual se mueva - ya
sea dentro del circulo lógico, emocional, de la acción o de los logros - pueden
ser múltiples y variadas, lo interesante es que hay un modo, normalmente no
considerado, de estar en la vida y de observar el mundo, que no es nuevo, y
está siendo aceptado con mucha fuerza y buscado con dedicación. Este es el modo
no-dual, que deja lejos lo impermanente de la vida para que lo real tome
sentido de autenticidad. Este modo
plantea que el mundo es una ilusión y que la realidad no se presenta a los ojos
y, por ende, no es posible reconocerla objetivamente. Menciona que lo apreciado
solo es aceptado por el filtro de la identidad a través de las ideas y
conceptos, una idea dentro de infinitud de ideas.
Para un buscador sólo hay una
manera de ser feliz: complacer a la fuerza interior que presiona por
expresarse. Esta ocasionalmente se expresa como éxtasis, es algo que se siente
de modo emocional, ilumina de una dicha que satura el corazón de cada
aspirante, también se siente esa dicha cuando la mente buscadora se fija objetivos
inspiradores.
Claro está que el número de personas que engañan a otros es
inmenso pero el número de las personas que se engañan a sí mismas es
infinitamente mayor. Se puede seguir enumerando lo que se presenta, solo que en
lo personal, no aparece nada como mío propio sino como expresión de lo que se
observa. Si no tengo “yo”, ¿dónde está lo “mío”? El que ve sabe que, con un
poco de atención, el otro verá también, pero no se plantea la cuestión de entregar
nada. Se expone lo que se comprende, se muestra un camino corto y fácil para
que sean capaces de ver lo que se ve, pero deben abandonar ese modo de aferrase
a los viejos hábitos de pensamiento, de sentimiento y de acción. El conocimiento
de sí mismo es una dimensión completamente nueva, donde no hay nada que dar o
tomar.
El deleite de estar en la línea de compresión indicada por Si
mismo es algo que sentimos desde los pies a la cabeza; toda la persona lo
disfruta. El deleite lo sentimos por todo el cuerpo cuando estamos totalmente
dedicados y escuchamos sin condiciones las expresiones de Si mismo. Lo más
sutil de lo sutil, lo más grande de lo grande, contiene la identidad dentro de
sí mismo dando la impresión de que el contenedor es lo contenido al sentirse en
pleno corazón. De pronto, en forma inesperada, no causal ni casual, estamos de
frente al resplandor no-dual, como esa comprensión que sobreviene.
Explicado de otra manera, por ejemplo, puedo decir “nosotros,
usted y yo parecemos vivir del mismo modo”, la duda se plantea en que lo que yo
veo no es lo mismo para usted que para mí, incluso si tomamos agua, en la
acción existe un abismo, en su opción de beber agua y en la mía. Usted bebe
agua, en cambio mi beber está relacionado con el resplandor no dual y lo bebo
hasta el tope. El ambiente externo aparece diferente a cada observador según
varíen las condiciones de tiempo y espacio, y ahí está lo crucial del problema
de las ilusiones creadas por los órganos sensorios. El conflicto se produce pues lo absoluto
aparece diferente a cada individuo, debido a las diferencias en los
correspondientes sujetos y objetos, aunque exista en su forma verdadera y única
en lo Divino. R.Malak
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