La mente es una función de la
conciencia que está diseñada para manejar los pares opuestos, la naturaleza la
preparó para que estuviera regida por la aplicación llamada causalidad, por
tanto, en ese aspecto es claro que no somos libres. Esto define una ley que es
conocida como el Hacer o karma. Las expresiones que llamamos destino serían por
tanto todas las escrituras del pasado quedando establecidas como orden para ser
cumplidas por el Hacer. La aparente libertad o libre albedrío es el mismo
condicionamiento expresado en el presente, aunque la relación tiempo este
implícito, lo cierto es que son uno solo y lo mismo, el Hacer ya escrito o el
Hacer en ejecución.
La pregunta que podríamos presentar
es: ¿qué tan libres somos? ¿Podemos elaborar, construir y re- escribir de nuevo
nuestra historia si es que no nos agrada la que estamos viviendo? Al ejercitar
el libre albedrío en el pasado, o mejor dicho, al reescribir nuestro futuro,
trajimos al ahora lo que se llama “destino resultante”. Por tanto, al ejercitar
el libre albedrío en el presente, podríamos construir y reconstruir nuestra
historia, pero atención, es la misma historia de la identidad que estamos
representando, la misma historia del personaje actual.
En la ética o la moral tiende a
establecerse que las personas son responsables de sus propias acciones, y por
ende, de sus consecuencias. La psicología y la fisiología establecen que se
pueden controlar algunas de las acciones del cuerpo y de la mente, obviamente
de las que se es consciente, no de las que quedan desconocidas.
Una gran mayoría de personas supone
que somos libres, supone que lo que escogen, las decisiones que toman y las
acciones que ejecutan son decisiones individuales, y piensan que en cada
momento pueden enmendar rumbos. Por lo que hemos vivido sabemos que esta aparente
libertad está sujeta a la necesidad que es demandante. El modo como hacemos las
cosas no cambia tan solo al quererlo, incluso a pesar de todas las reflexiones que
podamos hacer. Desconocemos qué somos y que como personas estamos atrapados en
un cuerpo con un juego de genes demandantes, con un carácter heredado y con una
educación y cultura implantadas al principio de nuestra vida. Solo allí nos
damos cuenta del proceso y podemos comprender esta ilusión.
A veces acontece que las personas son
desafortunadas y se topan con un juego de circunstancias que la mayoría llama
mal destino, desconociendo que es el resultado de causas, en su mayor parte,
accidentales, y por lo tanto pueden estar entretejidas de una manera muy
suelta. Existe siempre la gran tentación de pensar de una manera condicionada y
suponer que las cosas son como uno las ve, pero un número enorme de cosas se
hacen automáticamente sin que seamos conscientes de ello. La sumisión a lo
Esencial significa abandonar todos los pensamientos y concentrar la mente en Ello.
Si las acciones de la mente, del lenguaje y del cuerpo se sumergen en lo
Divino, todo el fardo de nuestra vida estará en manos de Sí mismo. R.Malak
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