lunes, 10 de marzo de 2014

10 de Marzo 2014 – La Verdad


Es fácil darse cuenta de cómo la diversidad de cosas y experiencias atraen de maneras muy variadas a unas personas y a otras. Cada cual tiene su forma de satisfacerse, no hay dos personas exactamente iguales ni dos maneras exactas de apreciar o interpretar las ideas, las experiencias o percepciones. Las necesidades de cada uno difieren entre si, ya sean estas físicas o espirituales. En este sentido, los que siguen tendencias de enfoque religioso, metafísico, filosófico, incluso político o ideológico, se adhieren a ellas debido a la satisfacción que reciben. Cuando estas inclinaciones se las hacen propias, se apoyan en ellas y se convierten en sus creencias. Es entonces cuando llegan a decir que su particular creencia es la verdad, tomando como prueba de ello su propia convicción. 

¿Qué pruebas se puede tener de que esta verdad que se asume sea real?, ¿bajo qué premisa se puede establecer que una ideología, sistema, doctrina o filosofía representa fidedignamente la verdad? Lo que las personas primitivas aceptaban puede ser muy diferente de lo que se acepte hoy en día en este mundo modernizado en el que vivimos. Lo que un niño acepta o comprende puede ser muy distinto a lo que acepta o comprende un adulto. Visto desde el ángulo de lo espiritual, el deseo que se tiene de comprender mejor las leyes con que se manifiesta lo Divino en el universo puede llevar a la persona a buscar y tratar de apresar algunas ideas o prácticas que supuestamente satisfagan su anhelo de unión con eso Esencial. En ese sentido, se quiere saber cómo encaja la propia vida en los hilos que tejen la existencia, y se trata entonces de atrapar algunos vislumbres como si fueran develaciones que satisfacen las explicaciones que nos queremos hacer.

La verdad que se asume como una idea o tendencia es algo que varía con el tiempo y las modas. Bajo esas perspectivas lo que es verdad hoy deja de ser verdad mañana. No es posible confiar en una verdad que cambia, por eso es preciso descubrir aquello que es constante. Lo que va cambiando y evolucionando no es la verdad, sino el modo de ver de la persona, del grupo o de la sociedad. Es un hecho que la persona cambia, evoluciona, modifica sus modos, suma conocimientos, suma experiencias y habilidades, desarrolla capacidades, pero con ello puede aproximarse a una mejor comprensión de la verdad que permanentemente subyace en su devenir, mas no construye la verdad. La verdad tiene que ser la misma verdad siempre, en todo y para todos, si no, solo es una interpretación a la que uno se adhiere. Esto es algo que se precisa comprender como un aspecto de lo que hoy en día la sociedad supone que es verdad, de manera que se abra el horizonte de la transformación a futuro de dicha sociedad. 

El nombre o concepto con que se designa simbólicamente a las cosas, no es precisamente la cosa nombrada, sino una representación incompleta de esa cosa que percibimos. Muchas personas pudieran llamar a cualquiera de estas cosas con términos diferentes sin que por ello la cosa cambie, solo ha cambiado el nombre. Una persona puede aspirar a conocer la verdad, pero el conocimiento de la verdad no es una idea de la verdad; la verdad se puede aprehender y conocer, pero no se puede describir. Cuando se asume que una descripción representa a la verdad, incluso llegando a suponerse que la descripción misma es la verdad, la persona se está sosteniendo en algo que puede cambiar, como sucede con los conceptos y descripciones, dando una satisfacción temporal a su mente, hasta que posteriormente sea sustituida por una verdad que suponga como más completa. 

No hay forma de conocer la verdad absoluta por medio de la mente que concibe, porque todo lo que concebimos, y que asumimos como conocimientos, son cosas que percibimos, retenemos momentáneamente y después soltamos. Lo que es absoluto no puede ser un objeto conocido por habilidades limitadas como las que usa la persona a través de sus filtros mentales. Es obvio que hay buscar la verdad más allá de la mente, una comprensión más allá de la experiencia, un estado sin cualidad. La mayoría quieren que les prueben la verdad y solo entonces la tomarán, es como si dijeran: pruebe que el azúcar es dulce y solo entonces la tomaré. Solo probando el azúcar se puede verificar su dulzor, el dulzor es una vivencia. Así mismo, la verdad está en sí mismo y se devela cuando la mente se ha transparentado ante la conciencia.

Hay quienes quieren comprender la verdad para satisfacer un impulso profundo que cuestiona todo lo que hace sufrir, otros quieren comprender la verdad para encajarla con sus propios intereses en la vida personal cotidiana. Para todos, el universo y su movimiento, todo el acontecer puede ser una guía, al estar abiertos a aprender de todo; si se está alerta y no está estructurado, todo es posible. Si la mente está clara y no se tienen sentimientos encontrados se puede aprender y descubrir a través de todas las personas.  El sufrimiento puede llegar a su fin al despertar de los condicionamientos que engañan y confunden. La apertura, el amor, son vías de regreso a casa, a su sí mismo real. Cada paso se da en confianza, sintiendo más paz y felicidad de frente a cada situación, con esto se comprenderá uno mismo con mayor claridad y profundidad, llegando a verificar que la verdad nunca ha dejado de estar presente. R.Malak

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