sábado, 1 de marzo de 2014

1 de Marzo 2014 - ¿Nuevas metas?


En estos nuevos tiempos en que se observa que todo es de una gran superficialidad, existen muchas personas que se asoman a los estudios considerados espirituales como si fueran un nuevo logro que acumular. Los intereses son diversos, algo así como por ejemplo, juntar antecedentes de la ciencia o del arte, acumulando la información y el conocimiento de las más diversas doctrinas. Ocasionalmente las prácticas que proponen estas doctrinas son contradictorias o incoherentes unas con otras. Algunas de estas personas han escuchado y leído que hay que construir una nueva personalidad dedicada a las cosas profundas e intentan cambiar sus conocimientos por nuevos conocimientos y rearmar una nueva identidad más comprensiva, más tolerante, más integral, etc., lo que en ningún caso es criticable.

Se va detrás de la búsqueda de un nuevo ropaje, una nueva personalidad o un ego más enriquecido. Entre conocer cosas, conocer gentes, conocerme, la pregunta que corresponde es: ¿dónde está el sentido auténtico? Todo comienzo tiene final, la experiencia la atrapa el tiempo, y así como el espejo nada hace sino que refleja, de igual modo la mente no hace nada aparte de ordenar las distintas ideologías que se colocan en el carro del supermercado de lo espiritual. El saber que sugiero no apunta a construir una nueva individualidad, sino a ser lo que somos en lo esencial. Ahí comienza la vida en la realidad profunda de Ser, una realidad de sentir y una realidad de ver con ojos nuevos, y de conocer, sin especificaciones, sin formas y plena en el silencio más profundo.

Se precisa dejar de perseguir las sombras y luces que se reflejan, y cuando el agua de la mente que está en movimiento se detenga, es cuándo comienza el trabajo real de certificar desde dónde se mira a la vida. Seguir alimentando a la mente con diversas lecturas contradictorias, ya sean  espirituales o psicológicas, ofrece el riesgo de perder el sentido. Por otra parte, lo que desde el punto de vista relativo puede parecer un proceso, desde el punto de vista absoluto deja de percibirse como tal pues se constata que la realidad siempre Es.

Existe la tendencia a fragmentarnos, a dividirnos. Por un lado nos colocamos como personas o individuos y por otro lado colocamos a la Divinidad como una meta u objetivo. Como primera base, es fundamental constatar que no soy el cuerpo grosero, pero sí lo uso y está dotado de distintas cualidades. Se requiere notar que no soy los cinco sentidos de percepción aunque ellos me permiten conocer el mundo fenoménico. Estas son los sentidos del oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato, que aprehenden sus respectivas sensaciones, es decir, el sonido, la textura, el color, el sabor y el olor. No soy siquiera la mente que piensa y que ordena los pensamientos de modo ya sea ordenado o disperso. ¿Qué soy realmente? Soy el observador y lo observado, o dicho con más precisión, soy pura Observación. Soy sombra y luz que por el momento cargo con el fardo de persona como ego, un punto de conciencia centralizado a través del que tú también me escuchan y lees. R.Malak

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