miércoles, 19 de febrero de 2014

19 de Febrero 2014

 

Tras la senda de lo esencial, sin cristales y orgullo, las ideas, como ágiles peces presurosos, nadan en la mente, dando inicio al placer o al sufrimiento. Observo en mi patio las hojas de laurel cuando perfuman el aire en el instante que el viento las mueve.

Si con regularidad observamos la vida cotidiana que se muestra mecánica, vemos qué distinto es  el caminar diseñado con una observación espiritual, que, más pronto que tarde, se transforma en una bendición constante, desplegando de cierta fuerza interna, representado por la auto disciplina. Incluso en la vida común, si no hay una manera disciplinada, los resultados estarán lejos de un resultado adecuado y conveniente. De idéntica forma, esto coincide con los que dicen llevar una vida espiritual; sus resultados mostrarán certeza en la comprensión cuando el trabajo ha sido coherente. 

Desde lo real la confusión del mundo ilusorio contrasta con la aspiración encendida por Sí mismo. Los resultados de la comprensión aparecen directamente desde lo Indescriptible  cuando nos mueve la aspiración por lo real, que es permanente y reiterativa. 

La señal de saber con precisión lo que uno no es por las características, hábitos o costumbres, o cualquier otra descripción, no es una base fiable porque puede describir lo que creemos ser, pero estamos lejos del conocimiento de sí mismo. Lo real de Sí mismo no admite descripción. En resumen, todo lo que pueda ser descrito, todo lo que pueda ser pensado o sentido, todo eso, no Es.

Como símil  puedo apuntar a un volantín o cometa de variados colores movido por el viento, que se eleva en el cielo haciendo piruetas diversas. Así es la identidad, que se despliega sostenida por el hilo de la vida siendo manejada y afectada por condiciones diversas, ¿quién maneja el hilo?, ¿hasta cuándo estará expuesto a los vaivenes del viento? Saber de sí mismo implica comprensión de sí mismo, no tan solo de la identidad. R.Malak.

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