jueves, 28 de noviembre de 2013

De regreso a casa


Entender la comprensión de lo esencial con una mente condicionada es como entrar en la tienda del que vende carbón y suponer que la ropa saldrá sin una mancha. Generalmente suponemos que vivimos en un mundo material, sin embargo vivimos en un espacio- tiempo, con límites  y fronteras que son exclusivamente mentales e ideológicos.

Algunas tradiciones plantean la teoría de que hay una división de lo esencial entre lo físico y lo espiritual. No existe esa división, no estamos encerrados en una prisión material, solo estamos sumergidos en un sueño en el que hemos olvidado lo real. Debemos recordar, rememorar a Si mismo, comprender la conciencia y su verdadera condición, para iniciar el regreso al hogar.

Seguir separados es lo que genera la infelicidad en el mundo, y es cuando se ha alcanzado alguna conciencia de lo Real que comprendemos la tragedia de la separación, al saber que nunca hemos sido otra cosa que uno con todo, con el universo, con la totalidad, con lo indescriptible. Este no es un saber o una percepción o un sentimiento, más bien es plenitud, dicha, amor, es estar ahíto de Si mismo.

Clarificar o detectar en qué lugar estamos no es complicado, lo podemos certificar averiguando con qué nos identificamos. Dado que el ego se identifica con cualquier cosa, preferentemente escogemos el sufrimiento antes que el éxito porque la carga emocional del primero es más fuerte y satura todo el instrumento de expresión. Observemos cómo estamos vistiéndonos mes a mes, día a día, hora a hora y minuto a minuto, con las imágenes, conclusiones, ideas y sensaciones que recogemos de la memoria. Con todo ello nos reforzamos para tener un sentido de identidad, la cual se alimenta de nuestra historia y del sentido de pertenencia a un grupo, a una ideología, a una creencia. El ego ha cooperado formando un mundo, y al igual que los cuervos juntan cosas que brillan para llevarlas a su nido, luego se complica por lo inhóspito del lugar. 

Al despertar y abrir los ojos para salir del ego se comprende la mente y la ilusión construida. Todo ello, tanto lo positivo como lo negativo de nuestra mirada, indica que aún estamos atrapados en la forma, cuando soy inconsciente hay ego. Por tanto, cuando soy consciente, tanto de mis pensamientos como de mis emociones y acciones, el ego desaparece. Aquí la mente vuelta a su fuente se mueve creativamente, fluye de cambio en cambio, sin apegos, mirando directamente a nuestra naturaleza original, en plenitud, compasión y amor, libre de ego. Consciente de Ser no dividido, caen los muros y se abren los talentos.  R.Malak


lunes, 25 de noviembre de 2013

Sueños Propios



El mundo es y yo soy el mundo, formo el mundo al igual que cada persona sueña su propio sueño. Únicamente al despertar surge la cuestión de muchos sueños diferentes. Vuelta la mirada hacia afuera, hacia lo fenoménico demandante, quedamos atrapados en el sueño de la identidad. Ella está construida por la mente no observada, las emociones no observadas y las acciones no observadas, todo lo cual constituye el automatismo llamado Ego. Se reconoce como el falso yo, el falso Ser, son las típicas máscaras, se describe como “la separación” y ocasionalmente aparece como el enemigo oculto.

En cambio, cuando miramos hacia adentro salimos del sueño egoico. La mente se libera del juego de los pensamientos circulares y a eso se le llama estar despierto. Es la conciencia que parece estar más allá del sujeto y del objeto y cuando ello se hace evidente, o sea, cuando logramos llegar a ser conscientes de nuestra prisión individual, es cuando tenemos la capacidad de trascenderla. En cambio cuando no hacemos esta distinción, como presenciador quedamos ocultos bajo la obstrucción de las aparentes percepciones demandantes.

El que permanece en el estado de plenitud vive una vida sin presiones, ausente de angustias haga lo que haga y sin límites de tiempo, es uno que está en ese estado permanente. Podría decirse que su modo de conciencia es la meditación y se puede llegar a notar como distinto del sujeto y el objeto. En cambio, el ego como autoestima cree ser más importante que el colectivo,  elevando una barrera compuesta con la vanagloria y la vanidad, satisfecho con cómo es, cómo piensa, con lo que puede hacer, con lo que sabe, con las posesiones que tiene y con el conocimiento que despliega. Ahora, su contrario es la autoestima baja, que tiene la misma connotación limitadora que la autoestima alta.


El que se ha establecido con comprensión en el sueño ilusorio mira la vida como una comedia o danza, libre del temor y de la ilusión de los ropajes, se ha establecido en lo permanente y no puede volver a caer en el error. Más tarde, si abandona incluso este estado, se sumerge en un estado indescriptible. La atención correcta y precisa, desligada de los objetos, entiende la naturaleza del sujeto como expresión de la misma conciencia, como uno que ya está de paseo por el sueño fenoménico, invisible a las urgencias demandantes. Los sueños se disuelven cuando se ven todos como algo imaginado, incluso se ve que los sueños tienen fundamento en la memoria, en el recuerdo de lo falso que forma lo falso.  R.Malak